HIT MAN (2023), dir. Richard Linklater: Y LA FACHADA COMO FORMA DE SUBSISTENCIA
Siempre es una grata noticia que haya nueva película Richard Linklater, el director de grandes comedias estadounidenses de nuestros tiempos por excelencia (quien podía competir cabeza a cabeza con Apatow, aunque los buenos días de este han quedado en el pasado si uno recuerda a la paupérrima The Bubble). En este caso hablamos de Hit Man, una que ya viene rondando hace unas semanas en medios no tan legales, debido a su estreno en Netflix de EEUU, pero que estrena en salas esta semana.
Es menester destacar que hay publicaciones en la aplicación de reseñas favorita de la cinefilia en los que se la achaca bastante, inclusive en aquellas que pretenden hacer elogios de esta, señalando su liviandad y su falta de originalidad, como si no estuviera todo inventado. Creo que todos los que la han bastardeado no lo dicen de forma explícita, pero les es ajena la diversión, casi como si esto fuera algo a evadir al tildarla de ligera, como si no pudiera hacerse una película en la que se pondere el humor y que escape por completo de la solemnidad. Acá venimos a defenderla, frente a esas acusaciones un tanto injustas.
En la primera secuencia de la película tendremos a nuestro protagonista, interpretado por quien parece haber nacido para este género, Glen Powell. Allí lo tenemos en un aula universitaria, hablándole a sus alumnos. Cita a Nietzsche, les manifiesta que deben salir del confort, haciéndoles entender que su yo no es más que una construcción, como si fueran “actores” que desempeñan un papel y que no se salen nunca de lo impuesto. Aquí ya empieza a jugar la idea de la dualidad, de la falsificación, pues tenemos a un protagonista que aparenta llevar una vida anodina, observando aves y divorciado, conviviendo solamente con sus gatos.
Pero no es tan así. Acá ya podemos ver la idea de fachada, pues entendemos que no vive solo de eso: para poder llegar a fin de mes presta apoyo en escuchas secretas para la policía, haciéndose pasar por un supuesto sicario para conseguir grabaciones incriminatorias en las que ciudadanos con predisposición a contratarlo confirmen sus intenciones de hacerlo. Cuando un día tenga que asumir un nuevo rol, ante la ausencia del falso sicario que se encarga de llevar a cabo este acting, va a descubrir que tiene un talento natural para esa profesión.
Sus conocimientos de psicología, sumados a su facilidad para la improvisación total, y la capacidad de transformarse en otras personas y cambiar su personalidad lo llevan a conseguir de forma natural que sus supuestos futuros contratadores confiesen sus intenciones y pronuncien las frases que los incriminen, convirtiéndose en un refuerzo implacable para esa posición. Es interesante que la película esté inspirada en hechos reales, una historia más o menos verdadera, pero no real al 100%, pues allí es donde entra lo lúdico, la mentira, la idea de realidad moldeada.
Todo esto movido por la aparición de lo romántico, más cercano también al juego de rol, no tanto desde lo dramático, con diálogos hilarantes que van haciendo avanzar permanentemente la historia (de hecho, cada diálogo en el aula tendrá relación con lo que acontezca posteriormente), y mostrando algo evidente, pero destacable: el adaptarse a otros cuerpos y convertirse en otro nos libera. El amor, la pasión y hasta incluso el enamoramiento irrumpen y nos llevan al frenesí. Esto con un ritmo disparatado, con ingenio y cercano a lo que hacía el mítico Howard Hawks en sus comedias.
Hit Man también expone un nivel de autoconciencia sublime, por parte de un director que es un experto en lo que refiere a guiones: sabe que el espectador asiste al cine con la intención de firmar un contrato con las imágenes proyectadas, las películas posmodernas rechazan de alguna forma la ilusión de realidad al asumirse desde el juego. Linklater y Powell (autor del guión también) saben aprovechar las características de este, y lo hacen interpretar a un tipo opuesto por completo (nerd, introvertido), que a su vez interpreta a Ron, quien es mucho más cercano al Powell real. De hecho, cuando se muestra cambiado, sus alumnos le destacan dicha belleza y lo definen como un acto de interpretación, como una máscara que se usa para seducir a los otros, tal como lo hace un actor del séptimo arte.
Debe fingir ante sus compañeros de trabajo básicamente para no ser despedido, y también ante el personaje de Adria Arjona (con quien tiene una química excelente, por cierto) y con quien establece un vínculo sexual único en su vida hasta ese momento. Se puede hablar del sexual performance, un término estadounidense que refiere al desempeño en la cama (vuelve a aparecer la idea de actuación). Aquí también aparece la idea de puesta en escena, en aquel momento brillante en donde saben que los observan y se comunican entre ellos mediante imágenes e interpretan un “guión”, moviéndose en los diferentes escenarios, cuan set
No se olvida del postulado del mítico Brian de Palma, en el que expone que el cine son “24 mentiras por segundo”, y además rechaza a la norma clásica, haciendo un experimento que le sale más que redondo. La película se transforma, como su protagonista, en un film noir con tintes humorísticos, incorporando la muerte, las recompensas y a la femme fatale. Además, es rupturista al evadir las convenciones y lo que es correcto de hacer, y el tono allenesco de Irrational Man le calza a la perfección.
Sin ninguna duda una de las grandes películas del año, una que posiblemente no tenga el mejor paso por cines debido a la anticipación del estreno digital y el castigo de algún sector de la crítica. Ojalá poder haberle hecho justicia a esta obra desde este lugar, que la puedan ver y después me cuenten qué les pareció.