COPPOLA: EL REPRESENTANTE (2024), dir. Ariel Winograd: ENTRE EL FRENESÍ, EL CONVENCIMIENTO Y LA DEBILIDAD
Había grandes posibilidades de que esto fuera una producción más de las que abundan en plataformas. Un producto completamente olvidable, descartable, como la mayoría de las series que salen hoy día. Snacks, que quizá te llenan si buscás un entretenimiento pasajero, mas no si buscás ver algo de calidad, que tenga virtudes narrativas, que no quede solamente en el repaso de los momentos más importantes de la carrera de Guillermo Esteban Coppola, sino que trascienda y pueda generar más incógnitas que certezas. Esto lo logra con creces la serie de Ariel Winograd, y pasaremos a desarrollar los motivos por los cuales, a mi entender, triunfa.
Partamos de la base: el personaje en sí es conocido, pero no es una leyenda o un personaje histórico de nuestro país, sí su representado. Por ende, que Winograd, junto a Cohn y Duprat, guionistas de esta, decidan dejar en fuera de campo a la figura clave en la vida de Coppola, quien lo convirtió en quien fue después, es muy destacable. Probablemente esto haya sido por temas de derecho de autor, pero no importa tanto quedarse en esto, ya que lo que aquí compete es que sirve para demostrar que se puede sostener solamente con el interpretado por Minujín, y también para poder entender que todo lo que veremos en la serie va a ser todo desde el punto de vista del nacido en el barrio de Constitución.
La serie repasa aquellos momentos que tanto escuchamos los fanáticos del fútbol en varias oportunidades y se sirve de las elipsis en varias oportunidades. Saltos temporales que van de un momento al otro, como cuando empieza a contarles a sus conocidos la anécdota de la Ferrari, que en parte es real, pero como buen vendedor, Guillermo hace que la misma sea desopilante y tenga detalles ficcionales. Estamos ante un tipo con una capacidad superlativa para edulcorar relatos, de agregarles frenesí, casi como si de un guionista se tratara. Es de destacar también aquella reunión con Berlusconi, la cual nosotros no tenemos posibilidad de ver más allá del prisma de Coppola y no tenemos certeza de que esto sea 100% verificable. Una constante, que se repetirá permanentemente en cada situación destacable de la serie.
Diego mismo ha declarado alguna vez que su vida era “como un film”. En este caso hablamos de otro personaje real con una vida de película. La producción triunfa también por mecanismos que se repiten. Ejemplifiquemos: el protagonista a lo largo de la serie intentará a toda costa obtener lo que desea por diferentes mecanismos, y lo lúdico de esto es que lo hará tanto en lo que refiere a lo profesional, el arte de persuadir mediante la palabra y las acciones (convencer al presidente del Napoli para que termine pagando la Ferrari negra que compró para Diego), hasta hacer lo imposible por conquistar una modelo popular, lo cual es un desafío casi tan grande como lo otro y también le hará mover cielo y tierra, negociando para llegar al mismo lugar que en sus negocios empresariales, todo narrado con muchísimo humor y soltura, sin perder el hilo de lo que se busca contar.
Y Guillermo, quien estuvo involucrado en el proceso creativo y en exponer sus relatos, es un personaje totalmente Scorseseano, mucho más interesado en lo artificial, en las múltiples fiestas, en ser el centro de atención, en lograr el reconocimiento y ser tapa de revista, en lo esporádico de sus vínculos amorosos, que en construir algo duradero, que en entregarse por completo a alguien (que no sea Diego Armando Maradona, después desarrollaremos algo interesante sobre esto), y esto está notablemente representado visualmente, tanto en el primer capítulo, donde vemos un pescado en la pecera en el medio de esa escena en la que recibirá la noticia de su paternidad y que se encarga simbólicamente de retratar cómo será en esa relación posteriormente, así como en los múltiples momentos que funcionan casi como una publicidad “grasa”, que responden totalmente a la lógica del contexto en que sucede (pleno menemismo).
Lo que debería hacer un buen audiovisual es darnos personajes con matices, que nos hagan empatizar, pero a la vez exponer la otra cara de la moneda. Suele suceder y más con este tipo de personajes, que tienen sus pros y sus contras. De hecho, lo interesante es que este es uno que genera sensaciones encontradas en la realidad, opiniones bien diversas, que responden a la lógica de la serie, donde no se termina de saber muchas veces qué tan real es cada anécdota. Eso es algo que podemos ver en la relación con el astro, la debilidad absoluta de Guillermo hasta el día de hoy. Este parece quizá el “romance” más real de Coppola, como si de Marriage Story se tratara. En una vida de excesos, de protección parental casi permanente, y por momentos básicamente una relación de pareja, en la que se alternan momentos de felicidad y de sufrimiento constantes.
Tengamos en cuenta que el personaje al que da vida Minujín en las escenas donde no se ve sobrepasado por las exigencias y llamadas constantes de Diego, es uno que domina todas las situaciones, sabiendo qué decir y hacer en cada contexto para salirse con la tuya, desde que es purrete y logra convencer al presidente de Boca, hasta empezar en su llegada a la cárcel con la bronca de todos los presidiarios y ganárselos con la compra del termotanque, en el que es quizá sea el mejor capítulo de la serie. Pero lo brillante es que el campeón del mundo lo satura, lo consume, lo hace ceder y perder todo ese poder supremo que parece tener, como marcamos antes, como si de la mantención de una pareja se tratara. Y justamente hablamos de una figura mítica, considerada casi un dios todopoderoso, que genera devoción y contradicción a la vez, tanto en los seguidores como en el mismo manager.
Y además, la serie además de exponer una época de despilfarro y excesos como fueron los 90´s, también hace un homenaje nostálgico a nuestro país que funciona, con las apariciones del Movicom, de Gativideo, de Volver, de temas emblemáticos (De Gomazo, del programa Ritmo de la Noche, a Me das cada día más de Valeria Lynch, pasando por el clásico El Oso), con el recurso del paso de la imagen digital a la imagen de Beta y Súper VHS, utilizado también de forma constante en una biopic como lo es Winning Time, la serie de los Lakers, todo esta en pos de llevarnos a ese momento particular, con la aparición de personajes representativos de esa época, como lo son Scioli, Rabolini, Susana, entre otros.
La actuación de Minujín tiene un diferencial con respecto a las de otras producciones de esta índole: suelen ser caricaturescas, burlescas, fuera de tono. Acá creo se respetan los gestos y la mímica del personaje a la perfección, sin necesidad de ridiculizar, logra transmitir muy bien la locura, así como también esos momentos de intimidad y emocionales, donde se lo ve por momentos vencido. Y se nota el aporte en la dirección de un director comercial como es Winograd, que entiende muy bien cómo hacer algo para las grandes audiencias y hasta llegar a niveles importantes de riqueza narrativa, sin dejar de entretener.